Los estudios de audiencia o recepción que según mi humilde punto de vista vienen marcando una línea sumamente interesante para desarrollar en el campo de la comunicación. Desde mediados de los 80 han ido creciendo y dejando atrás el paradigma de las investigaciones dedicadas sólo a la producción de mensajes.
En 1990 James Curran criticó la postura “revisionista” de los estudios de audiencia por otorgar un sobredimensionado papel activo al lector y negar el poder de los medios. Está crítica sirvió para que David Morley aclare algunos puntos.
Para comenzar Morley explica que los recientes estudios sobre las audiencias en el campo de la comunicación se caracterizan básicamente por “dos premisas: a) que la audiencia es siempre activa (en un sentido no trivial), y b) que el contenido de los medios de comunicación es ‘polisémico’ o abierto a la interpretación”.
Esto implica colocar el énfasis de las investigaciones sobre los medios de comunicación en los microprocesos de interpretación de los mensajes. Esta situación nos lleva a tomar distancia de las concepciones de estructuras determinantes pero sin desecharlas sino más bien tratando de articular la relación micro con lo macro.
Morley retoma a Giddens para señalar “las estructuras macro sólo pueden reproducirse a través de microprocesos (…) [es decir que] el proceso general macro sólo puede operar a través de una multitud de manifestaciones micro de poder, ninguna de las cuales puede ser garantizada con antelación”.
Además, menciona que el concepto de "habitus" de Pierre Bourdie, con ciertas observaciones, puede ayudarnos a comprender como las estructuras internalizada también brinda márgenes de actuación y no son completamente rígidas. Otro punto importante son los aportes de conceptos postmarxistas como los de Gramsci para salir de la rigidez de las nociones ortodoxas del marxismo en la interpretación social.
Asimismo, recuerda que el análisis semiótico en el contexto de los estudios culturales sigue siendo fundamental porque “el mensaje lleva en sí mecanismos significadores que estimulan ciertos significados, o incluso un significado privilegiado (…) [pero el objetivo central no es] descubrir el ‘significado real’ de los mensajes analizados, sino simplemente para seguir la ‘conclusiones directrices’” (Morley, 1998: 422).
Morley considera que los estudios de audiencia avanzan con la atención puesta en los procesos micro, de interpretación de mensajes, pero también critica a quienes han abandonado por completo el necesario análisis de los factores macro.
Coincide con Curran en que la excesiva valoración del público “se incorpora de inmediato a una retórica neoliberal populista” que propugna la desregulación total de los medios de comunicación privados y el fin de los medios públicos (Morley, 1998: 428).
Por ejemplo, encuentra poco serio que Fiske celebre ligeramente que “grupos y subculturas construyen sus propios significados dentro de una economía cultural autónoma” (Morley, 1998: 428). Sencillamente considera que es un error obviar que “el poder de los espectadores para interpretar significados difícilmente puede equipararse al poder discursivo de las instituciones mediáticas centralizadas a la hora de construir los textos que el espectador interpreta” (Morley, 1988: 434).
Entonces a modo de conclusión el autor se muestra convencido de que los estudios de audiencia pese que necesitan “desarrollarse y corregirse en varios puntos, proporciona todavía la mejor alternativa a una concepción de los textos de los medios” (Morley, 1998: 421). Porque si bien es cierto que la economía-política de la producción de contenidos es importante, el peso central de los estudios sobre medios debería colocarse en cómo se interpreta, resignifica, ignora o siguen los mensajes. Es decir, cómo el público genera sentido.
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