Los panelistas o entrevistados de los programas de TV, deben estar llanos a cumplir todas las disposiciones impuestas por la estructura de los programas (básicamente deben dar respuestas cortas y sufrir constantes interrupciones) a cambio de asegurar los beneficios directos de la notoriedad mediática y autopromoción intelectual, señaló Pierre Bourdieu en su libro (conferencia) "Sobre la televisión".
Para el sociólogo francés los debates son falsos, parodias más o menos orquestadas de participantes habituales, que aún sosteniendo posiciones opuestas lo hacen en forma concertada dentro de los límites de la conveniencia del medio. Los invitados que son seleccionados para participar son aquellos que ofrezcan a priori algún tipo de garantía de poder ser manipulados por parte del conductor o hacer un buen show. Estos espacios desvirtúan, ante cualquier observador perspicaz, la legitimidad de las conclusiones a las cuales se arriban.
El argentino-mexicano Néstor García Canclini criticó a Bourdieu por atacar "la dramatización en la televisión y tratar de proscribir lo dramático de la reflexividad científica". García Canclini observa que Bourdieu está “preocupado por imponer su autoridad” descalificando las transacciones que ocurren cuando un especialista habla en un medio masivo. Es decir que el lenguaje y ritmo de la comunicación audiovisual no puede ser igual al académico.
En ese sentido cabe recordar que al referirse al lenguaje audiovisual Roberto Grandi explica que el hecho de votar por un candidato basándose en sus característica personales no implica ‘irracionalidad’; puede sugerir una actividad evaluativo razonable e inteligente. Es decir que el carácter con el que se comporta un líder en público (y ante las cámaras) está sometido a una evaluación de sus cualidades. Esta situación implica que la imagen tiene implícita una gran carga discursiva que genera un gran número de significaciones.
Regresando con García Canclini, este deja entrever que Bourdieu sólo se preocupó por la televisión cuando advierto que algunos intelectuales comenzaron a ganar prestigio con sus apariciones en este medio, lo cual considera inconcebible. Asimismo, recuerda irónicamente las vicisitudes que pasó el sociólogo francés cuando fue invitado a uno de los programas de debate de mayor audiencia en televisión francesa, del cual no salió bien parado.
Otra crítica a las entrevistas televisivas viene de Giovanni Sartori, quien manifiesta que la televisión prioriza a los exagerados y las exageraciones, es decir las extravagancias. “Cuando mas descabellada es una tesis más se promociona y se difunde(...) Destacan los charlatanes, los pensadores mediocres, los que buscan la novedad a toda costa, y quedan en la sombra las personas serias, las que de verdad piensa”.
En cuanto a los “talk show” (que Bourdieu aborrece) encontramos en Sartori una posición ambigua. Por un lado resalta que en la televisión estadounidense el periodista está predispuesto a pinchar al poder. Pero encuentra que esta agresividad considerada en Estados Unidos como una ética profesional, esconde un segundo objetivo, el de “crear público y complacerlo”. Sin embargo, unas paginas más adelante celebra los programas norteamericanos e ingleses porque están realizados por “periodistas buenos e independientes” donde al que miente se le contradice inmediatamente. ¿En qué quedamos?
Queda claro que si alguien quiere hacer buenas entrevistas para la televisión tiene que seguir todo lo contrario de lo que dicen Bourdieu y Sartori, quienes son unos elitistas de mierda y no aceptan otro conocimiento que no sea el académico.
ResponderEliminarMuy academicistas serán, pero es mejor pasar por parco y fome que por payaso ambiguo y defensor de los que financian el circo de la TV. La personas un poco instruidas no aceptan cómo funciona la caja idiota. Para hablar por Tv debes decir lo que los "jefes quieren decir", y dormir con estupideces la conciencias críticas. La TV apesta pero mueve millones para que algunos se rían, y la objetividad no existe.
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