viernes, 2 de mayo de 2008

La calle y el periodismo

Ahora resulta que si no tienes calle no eres un periodista que se respete sino un pobre periodistucho, un nerd, un niño-burbuja, un pelele, un papanatas, un bueno para nada, etc.

Esto viene a colación por el asunto de la gordita del cuatro que funge de “periodista” y que le dice a Mónica Cabrejos, a través de los correveidiles de la prensa amarillenta que “haga calle”, como ella; que no hable sola dentro de sus cuatro paredes, que aprenda, como ella, a entrevistar a sus personajes de turno (si se puede llamar entrevistar a lo que la señora hace), en la playa, en el parque, en el micro, etc. O sea, en la calle.

Eso, según la actrizastra, (¿tendrá titulo de actriz o también es una empírica en esos menesteres?) es fundamental para que te merezcas su saludo. La universidad, no cuenta. Un poco de opinión interesada esta, si tenemos en cuenta que la papujonita, si es que ha pasado por alguna universidad, ha sido por la puerta de la calle, de camino hacia alguna kermesse, tómbola o buffet, a empujarse lo que la gente de su peso y poca talla saben empujarse.

Y este asunto de la calle como forjadora de periodistas se ha puesto sobre el tapete a raíz de que Beto, citando a Fuguet (¡gran cosa!), soltó la verdad teológica de que tienes que ser como una puta, y andar por las calles, para hacerte hombre, mujer, periodista, congresista, presidente, etc. Si no tienes calle, mejor cállate. No vales un comino. La calle es la voz.

Al comentario de Beto, le siguió el de la otra empírica en periodismo, Magaly Medina, quien, sacando argumentos traído de los cabellos, dijo que eso --el periodismo, la búsqueda de la noticia, la inmolación por misil-- es el non plus ultra del periodismo. Que ella se quitaba el sombrero por eso y no sé qué otras sandeces más decía.

Por supuesto, esta tesis de que sólo la calle y nada más que la calle, y no la universidad, pare (de parir) periodistas de valía, la esgrimen, justamente, quienes no han estudiado en ella; o, empezaron los estudios pero no terminaron ya sea por razones de embarazos no deseados o estado crítico de “agujez” (de aguja).

El argumento contrario, el de ser periodista porque estudiaste periodismo en la universidad, postulaste, pasaste por un examen de admisión, te inscribiste en cursos, hiciste tus tareas, leíste libros y separatas, te matriculaste, ampliaste tu visión del mundo, debatiste sobre ética y estética en el periodismo profesional, adquiriste las habilidad mínimas para leer y escribir sin errores ortográficos, hiciste tus prácticas como corresponde y, sobre todo, te formaste criterio… todo eso, no cuenta. Tienes que hacer calle. ¡Válgame la pita!

¿Y en qué consiste esa calle, si se puede saber? En perseguir ladrones, en reportar disturbios callejeros, en entrevistar delincuentes (Kanebo), en hacer antesalas interminables para conseguir una entrevista a la diva o divo del momento que se zurra en los periodistas, etc. Dicen que ese vejamen te hace un periodista de verdad.

La pregunta que salta es, entonces, ¿y todas esas vacas sagradas del periodismo (Rosa María Palacios, por citar a una del género femenino, o, Augusto Álvarez Rodrich, del segundo género, o, Jaime Bayly del tercer género), consideradas las “vacas” más influyentes del país, las más poderosas, las “más mases” del periodismo, y demás hierbas, ¿tienen calle? Y si tienen calle ¿cuánta calle tienen? ¿Cuánta calle es suficiente para considerarse periodista? ¿Una cuadra, dos cuadras, un país, el mundo? ¿Quién pone los parámetros del caso? ¿Y cuándo es que se puede dejar de hacer calle y hablar solo entre sus cuatro paredes sin que lo tilden a uno de periodista de ventana?

Una cosa sí se puede deducir de todas estas teorías callejeras: si la calle forma periodistas, entonces el Perú está lleno de ellos. Todos los vagos, delincuentes, borrachos, juergueros, buscabasuras, etc. califican para ello. Y tal vez, eso de la calle, sea la razón por la cual la prensa está tan pútrida como lo está hoy. Mucha calle, poco salón. Mucho insulto, pocas maneras. Mucha violacion de la ética, poco respeto por el prójimo. Ese es el resultado de la calle. La chaveta, la traición, la inmundicia, etc. ¿Quieres conseguir eso? Sencillisimo, abre tu puerta y tendrás calle. Listo. Pero, métete a hacer algún esfuerzo intelectual. Nada. Tus neuronas, si no tienen estímulo intelectual, se vuelven cada vez más taradas, y así hasta que se te mueren. Solo te queda, entonces, una carga de adrenalina desbocada propia de espíritus incultivados que reaccionan ante la sensación de amenaza (pues ni siquiera es una amenaza real) --de alguien que, por lo menos, ha realizado labores intelectuales, te vaya a dejar en ridiculo o hacerte perder cara siendo como son bisoños periodistas de salón-- con la agresividad de un perro rabioso al que le invaden su territorio.

Tener calle es lo más fácil del mundo. Lo realmente difícil es tener estudios. Para esto último hay que tener capacidad cerebral, o sea, neuronas (las cuales ya sabemos es un bien muy escaso). A estos periodistas empíricos (de mucha calle) se les reconoce por su falta de criterio, su falta de ética, su amor por el billete; ese billetito que les saciará su hambre desesperada, antes de que se mueran por este. Si no está clara esta idea, lo resumo en una sola frase: hablo de periodistas "muertos de hambre".

Ayer se derrumbó una construcción en Miraflores. Mató 5 obreros. El constructor, un empírico, aprendió su oficio en la calle, haciendo unas obras de cal y otras de arena. Este individuo es uno de los que pensaba: “salir de una universidad y graduarte de ingeniero, para qué, no me hace falta y no me hace ingeniero, la calle es la que te hace ingeniero”.

Así como este tipo --menospreciador de los estudios, ignorante del rigor intelectual y carente de criterio profesional-- hay en el periodismo, muchos. Sólo tienen calle que justifique su oficio. Por eso, matan con su prensa. Por eso, no conocen de ética. Por eso, prostituyen su pluma (o su lengua) vendiéndosela al anunciante que mejor les pague, porque Panadol, Benilín y Corega son los verdaderos maestros que estos periodistas respetan: ¿será por su valor periodístico? Nada que ver; es por su valor monetario, por el grosor de la billetera, por lo platinado de sus tarjetas. Por eso.

A los periodistas de calle les pregunto, ¿en que calle enseñan Etica 101? ¿En el antiguo Jr. Cailloma, en la Av. Arequipa, en el Jr. Centenario, en la Plaza Manco Cápac?

Por supuesto, que hay excepciones (César Hildebrandt, entre ellas), pero esas excepciones sólo confirman la realidad arriba expuesta.

OJO. Este fue un comentario anónimo dejado el post sobre el periodismo actual. El artículo propone unas buenas ideas para el debate. Muchas gracias al colaborador desconocido...

3 comentarios:

  1. Chevere tu punto de vista. Pero creo que para hacer periodismo no se necesita estudiar necesariamente ciencias de la comunicación pero si tener una profesión relacionada a las ciencias sociales o humanidades y algo de calle.

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  2. ¿Periodistas de "calle" o de "escritorio"?...Parece ser la pregunta que nos plantea el amigo anónimo, para tratar de resolver quién es mejor periodista, francamente no me parece atinado.

    La experiencia demuestra que tanto periodistas "empíricos" así como aquellos formados en las aulas universitarias, pueden ser buenos o malos profesionales.

    La calle o el aula no pueden ser la causa de esta deformación, como tampoco son la garantía para no caer por ejemplo en la corrupción.

    Si quieres ser un "periodista papanata" un "corrupto" un "pelele" o un periodista con ética depende de uno mismo.

    Por eso hay excepciones.

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  3. me parece que sangras por la herida. sabes bien que para hacer buen periodismo no es necesario ser periodista, lo cual puedes comprobar en cualquier libro de historia periodística y de seguro así lo leiste en más de algún texto obligatorio en tu pregrado.
    te veo triste, colega, como falto de argumentos. imagino fue duro pasar por la universidad.
    te deseo mejores días.

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