Tras la accidentada inundación del proyecto Vía Parque Rímac, la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, convocó a una conferencia de prensa que concluyó con la frase que ha caracterizado toda su gestión: "no hay que
politizar". Es decir, no hay que pelearse con nadie, no hay que identificar y sancionar a los responsables; sino que todo va bien, porque supuestamente así lo previeron los ingenieros.
Esa actitud antipolítica es el principal problema de la gestión de Villarán. La tecnocracia de la izquierda o la derecha cree que
la mejor política es la que hacen los técnicos de las ONGs, las instituciones internacionales o el mercado. En términos generales están acostumbrados a responder principalmente a
intereses privados con poca exposición al debate público local.
La situación se agrava porque esa visión administrativa municipal no ayuda a construir articulaciones político-sociales para resolver las demandas populares del presente, sino que recurre principalmente a tecnócratas con visión de largo plazo sobre la ciudad. Su mirada tecnocrática la lleva a renunciar a la búsqueda de soluciones micro a cambio de cuestiones macro. Le pide a la gente que espere, que pronto llegará el desarrollo por goteo. Si bien toda autoridad política planifica proyectos a largo plazo, también debe ocuparse del presente, del día a día, porque al dejar de lado los problemas de la cotidianidad se pierde el sentido del desafío que enfrenta, sacrificando el aquí y ahora.
Error tras error
Lo peor es que Susana pareciera no tener vocación de enmienda de sus errores. Felicitó al ex gerente de Seguridad Ciudanana, Gabriel Prado, por la pésima intervención de La Parada que dejó cuatro muertos y recientemente lo ha designado como presidente de EMAPE. Cientos de estibadores y pequeños comerciantes quedaron fuera del nuevo mercado mayorista de Santa Anita y sin alternativas laborales. Se tardó una eternidad en separar a los dos regidores involucrados en una estafa a transportistas y recién lo hizo cuando el caso estalló el escándalo en los medios. No se enfrentó a la empresa OAS y más bien justificó su irresponsabilidad, entre otras perlas de otras obras. Finalmente, ha preferido seguir en su puesto administrativo en vez de liderar directamente la campaña contra la revocatoria en las calles.
A esto hay que añadir que en vez de ganar el voto del 65% que considera mala su gestión, sus defensores y hasta ella misma, comenten ingenuos errores intentando desligitimar a sus críticos con expresiones despectivas que, consciente o inconscientemente, terminan siendo un boomerang. Pareciera que los impresentables promotores de la revocatoria no tuvieran que realizar esfuerzo alguno en su campaña por el Sí, más allá de repetir los constantes errores municipales.
Algunos izquierdistas dicen que el fracaso de Susana Villarán también sería el fracaso de la izquierda. Pero en realidad se trata del colapso de la coalisón caviar-liberal limeña, versión rancia de una tercera vía
tardía, que ha desembocado --con la alianza de Fuerza Social con el PPC y el apoyo de PPK-- en el nacimiento de lo que podríamos denominar el Susy-Kausismo. En este punto cabe recordar, como advirtió Hobsbawm, que la tercera vía nunca existió porque fue simplemente la aceptación acrítica de las recetas liberales por parte de unos ex-izquierdistas reciclados.
Ahora, esta alianza caviar-liberal ejecuta
infructuosos malabares para desligitimar la consulta popular de revocatoria, al igual que atacan la
protesta social de acuerdo a sus conveniencias particulares. Solo ven
mafias y lumpen en contra del aura moral que han construido para tratar de legitimar su administración de la ciudad. La derechización de Villarán, refrendada con el pacto con el partido más conservador de Lima, la ha llevado a denostar los mecanismos democráticos y constitucionales de participación
ciudadana a cambio de la defensa de millonarias inversiones. Para ello cuenta con el apoyo de los sectores socioeconómicos más altos y minoritarios de la ciudad, que inicialmente no votaron por ella. Mientras que los electores de los sectores populares que votaron por ella la han abandondado.
La
impresión que dejan los Susy-Kausas es que inicialmente estaban convencidos que la
revocatoria la ganaban sin mucho esfuerzo. Consideraban que una buena parte
de los que desaprueban su gestión no iban a votar por la revocatoria por
un principio de orden institucional. Entonces, no tenían porque despeinarse y sólo
debían cuidar su 25% de aprobación sin cambios sustanciales. Esta parecía ser la interpretación de sus
gerentes y regidores preocupados en cuidar sus puestos, en vez de desarrollar un
buen discurso político en retórica y acción para ganar por amplio
margen, preferieron pasar raspando la valla.
En fin, es
relativamente sencillo criticar políticas neoliberales, conservadoras y
en general excluyentes. Esa misma crítica debería ser aplicada con
rigurosidad a quienes desde un discurso de izquierda terminan
ejecutando políticas que antes criticaron y gracias a las cuales
paradójicamente resultaron electas como autoridades. Por ejemplo, los simpatizantes de la alcaldesa
generalizaron como delincuentes, animales, subhumanos, cáncer social, etc., a
los precarios trabajadores que laboran alrededor de La Parada y a los
cuales no se les brindó ninguna alternativa de formalización. Varios se
olvidaron fácilmente de sus anteriores posturas críticas al modelo
autoritario y pragmáticamente se acomodaron a que la letra con sangre entra. Ahora parecieran repitir sus errores con exabruptos que rayan con la soberbia. Esa es una de las principales razones por las que figuras
políticas caen rápidamente en el descrédito y reducen dramáticamente su
capacidad de representación de las demandas que antes respaldaron. Son
elegidos con la izquierda y terminan gobernando con la derecha. Esa
falta de coherencia, práctica e ideológica, es la que ahuyenta a los ciudadanos de ciertos políticos y los lleva a pronunciarse por un cambio.
ACTUALIZACIÓN: Lima ha ganado con el proceso de revocatoria http://medioglocal.blogspot.com/2013/03/lima-ha-ganado.html |
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