Luego de una intensa campaña por una televisión blanca y de haber sudado a mares la camiseta de RBC Televisión, con una convicción fundamentalista de querer jugarse el todo por el todo ("no nos pararán, no nos sacarán, no nos vencerán", etc.) sale Morey a decir que, por diferencias con Ricardo Belmont, se ha visto obligado a renunciar.
La noticia de su renuncia ocupó, en "La República" y en "Correo", un espacio muchísimo menor a cualquier chisme sobre Monique Pardo. Por supuesto, los demás medios, los que informan hasta de la ropa interior del "Mero" Loco, se preguntaban a lo interno "¿Morey, quién es ese?"
Esperando, por último, ya, a que César Hildebrandt informara en su programa algo al respecto, nuestra expectativa se vio frustrada. Más cobertura tuvo la "enfermedad" de su perrito de peluche que la renuncia de Morey (el ¡Gerente General!) que lo contratara la semana pasada, nomás.
Y es que saber el por qué de la renuncia de Morey es sumamente importante para los interesados en que se produzca un cambio cualitativo de la televisión, y por los siguientes puntos:
Primero, por su insistencia a prueba de balas de que él, Morey, iba a ser quien iba a liderar el movimiento "lavemos la pantalla";
Segundo, porque se había metido, nada menos que, con IBOPE, el poder encarnado, y sus escuderos, la gente de la ANDA; y
Tercero, porque él fue el que puso a Hildebrandt de regreso en pantalla, previas sentidas disculpas de rigor a Hildebrandt.
Si Hildebrandt prometió "hablar de las cosas que otros no hablan", debió informar, entonces, en qué estribaba la "gran" diferencia de Morey con Belmont para que Morey se viera obligado a renunciar. Y si Ángel Ganoza dice que informa con la rigurosidad de un "tribunal" sobre lo que acontece en la televisión, debió decir algo de la renuncia de Morey. Si "Más allá de la noticia" quería hacer honor a su nombre, Rafael Romero debió informar sobre los entretelones de la renuncia del Gerente General, portador de la antorcha de la lucha contra la corrupción mediática.
Nada de esto hubo. Lo único que dijo Romero, el viernes pasado, fue que "le deseaba suerte a Morey en sus nuevas actividades en el sector privado", con lo cual confirmaba la noticia, desde adentro, de que Morey "ya había sido".
Al margen del comentario de Romero y de la entrevista hecha a "Don Morey de la Mancha" por "La República", Morey se fue y nos dejó con la duda de qué fue realmente lo que pasó dentro de RBC.
Y por lo tanto sólo nos queda especular: ¿Belmont le dijo, o te vas tú o se va Hildebrandt? ¿Belmont le dijo, tu idea de televisión blanca no es igual a la mía? ¿Nadie más renunció en solidaridad con Morey ante "tamañas diferencias" con el dueño del canal? ¿Rafael Romero es el "Lúcar" de Morey?
La sensación que deja esta falla comunicacional para con el público es que, una vez más, el poder detrás de la cortina de humo (o sea, IBOPE, la SNRTV, la Central de Medios, el resto de los canales, etc.) se ha salido con la suya, y una víctima más de su arrollador poder yace en el asfalto mediático.
Ojo: Comentario dejado por un habitual anónimo colaborador. Personalmente considero que tiene buen estilo pero no siempre comparto sus ideas. En este caso Morey no es un santo de mi devoción (como si parece ser para el redactor).
viernes, 26 de septiembre de 2008
miércoles, 17 de septiembre de 2008
El precio de la fama
Hildebrandt, sin necesitarlo, ha pagado un precio muy alto por publicitar su programa.
El precio es lo que pide el vendedor por su mercadería, el aprecio es el valor subjetivo que cada uno le da a las cosas, el desprecio es el rechazo a lo indeseable, y el menosprecio es la valoración negativa y subjetiva del otro.
Mientras que el precio es algo objetivo, los demás conceptos son subjetivos. Para que estos se hagan objetivos se usan las muestras. Así, hay muestras de aprecio, muestras de desprecio y muestras de menosprecio. Y estas muestras adoptan no solo la forma de palabras, sino también de gestos y conductas. Así, una muestra de desprecio es llamar "bataclanas" a las vedettes. Una muestra de menosprecio es decir "Y éste, ¿a quién le ha ganado?". Una muestra de aprecio es decir "Gracias a mis bellos auspiciadores".
De todas estas muestras hemos visto, vemos, y seguiremos viendo, abundantemente, en todos los medios. Sin embargo, lo que nunca veremos es el precio. Paradojicamente, a pesar de ser un hecho objetivo, el precio lo mantienen oculto, secreto, no se conoce, es peligroso hacerlo público (hay mucho secuestrador suelto, pues).
Por ejemplo, me pregunto, ¿cuál es el precio de Magaly Medina por, mismo sicario, vender con mucha profesionalidad (a decir de Hildebrandt) su crueldad? Misterio. Nunca se sabrá; pertenece a su vida privada y eso es sagrado. Claro, porque se trata de "su" vida privada.
O, ¿cuál es el precio de Jaime Bayly por hacer las tonterías que hace? Misterio. Esto estuvo a punto de saberse cuando reclamó su aumento de agosto, pero la cortina de humo se lanzó y se tapó este dato. ¿Cuánto era lo que reclamaba Bayly por sus labores de bufón en Mega TV y dárselas de machito contra su patrón, contra Castro, contra Chávez, o contra Evo? ¿Cuánto es lo que le saca a Ivcher por exhibir su patética (a decir de Hildebrandt, según La República) homosexualidad?
Y ya que mencionamos a Hildebrandt --de quien tampoco sabemos a cuánto asciende su contratación por el canal 11-- este acaba de criticar a la gringa esa que está subastando su virginidad por un millón de dólares y hace alusión por ello a la "matriz del capitalismo". ¿Y él? ¿Acaso no puso en venta su virginidad (integridad) al presentarse donde Lúcar --o antes donde Magaly, por otras razones-- porque dizque necesitaba publicitar su programa en el canal de Belmont? En esa lógica, ¿a dónde irá Hildebrandt después? ¿Donde la Chichi, la mucama de Ivcher (a decir de Hildebrandt); o donde Aldito M. para tener prensa escrita?
Hildebrandt, sin necesitarlo, ha pagado un precio muy alto por publicitar su actual programa. Lo ha dicho él: "Tengo en la garganta un sabor a sapo, increíble". Este desafortunado desliz hará que quienes lo apreciaban, se resientan, pues lo han visto sentadito, en busca de favores, frente a aquellos que eran, son y seguirán siendo objeto de su desprecio y de su menosprecio. ¡El izquierdismo sometiéndose al capitalismo por un plato de publicidad! Mal negocio, mi "hermanón", por donde se le mire; mal negocio, a cualquier precio.
(De todas maneras, salvo estas pequeñeces, Hildebrandt merece verse. Los domingos en Canal 11 a las 9 p.m. Hora suiza para empezar y hora peruana para terminar.)
OJO: Este post fue dejado por un habitual y anónimo colaborador del blog.
El precio es lo que pide el vendedor por su mercadería, el aprecio es el valor subjetivo que cada uno le da a las cosas, el desprecio es el rechazo a lo indeseable, y el menosprecio es la valoración negativa y subjetiva del otro.
Mientras que el precio es algo objetivo, los demás conceptos son subjetivos. Para que estos se hagan objetivos se usan las muestras. Así, hay muestras de aprecio, muestras de desprecio y muestras de menosprecio. Y estas muestras adoptan no solo la forma de palabras, sino también de gestos y conductas. Así, una muestra de desprecio es llamar "bataclanas" a las vedettes. Una muestra de menosprecio es decir "Y éste, ¿a quién le ha ganado?". Una muestra de aprecio es decir "Gracias a mis bellos auspiciadores".
De todas estas muestras hemos visto, vemos, y seguiremos viendo, abundantemente, en todos los medios. Sin embargo, lo que nunca veremos es el precio. Paradojicamente, a pesar de ser un hecho objetivo, el precio lo mantienen oculto, secreto, no se conoce, es peligroso hacerlo público (hay mucho secuestrador suelto, pues).
Por ejemplo, me pregunto, ¿cuál es el precio de Magaly Medina por, mismo sicario, vender con mucha profesionalidad (a decir de Hildebrandt) su crueldad? Misterio. Nunca se sabrá; pertenece a su vida privada y eso es sagrado. Claro, porque se trata de "su" vida privada.
O, ¿cuál es el precio de Jaime Bayly por hacer las tonterías que hace? Misterio. Esto estuvo a punto de saberse cuando reclamó su aumento de agosto, pero la cortina de humo se lanzó y se tapó este dato. ¿Cuánto era lo que reclamaba Bayly por sus labores de bufón en Mega TV y dárselas de machito contra su patrón, contra Castro, contra Chávez, o contra Evo? ¿Cuánto es lo que le saca a Ivcher por exhibir su patética (a decir de Hildebrandt, según La República) homosexualidad?
Y ya que mencionamos a Hildebrandt --de quien tampoco sabemos a cuánto asciende su contratación por el canal 11-- este acaba de criticar a la gringa esa que está subastando su virginidad por un millón de dólares y hace alusión por ello a la "matriz del capitalismo". ¿Y él? ¿Acaso no puso en venta su virginidad (integridad) al presentarse donde Lúcar --o antes donde Magaly, por otras razones-- porque dizque necesitaba publicitar su programa en el canal de Belmont? En esa lógica, ¿a dónde irá Hildebrandt después? ¿Donde la Chichi, la mucama de Ivcher (a decir de Hildebrandt); o donde Aldito M. para tener prensa escrita?
Hildebrandt, sin necesitarlo, ha pagado un precio muy alto por publicitar su actual programa. Lo ha dicho él: "Tengo en la garganta un sabor a sapo, increíble". Este desafortunado desliz hará que quienes lo apreciaban, se resientan, pues lo han visto sentadito, en busca de favores, frente a aquellos que eran, son y seguirán siendo objeto de su desprecio y de su menosprecio. ¡El izquierdismo sometiéndose al capitalismo por un plato de publicidad! Mal negocio, mi "hermanón", por donde se le mire; mal negocio, a cualquier precio.
(De todas maneras, salvo estas pequeñeces, Hildebrandt merece verse. Los domingos en Canal 11 a las 9 p.m. Hora suiza para empezar y hora peruana para terminar.)
OJO: Este post fue dejado por un habitual y anónimo colaborador del blog.
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